lunes, 29 de marzo de 2010

Caras II

Continuando con las caras y aprovechando el tiempo de Semana Santa, muestro dos imágenes representativas de la pasión. La primera es un óleo de hace ya muchos años y el segundo un dibujo a lápiz de grafito con la cara de un crucificado.

jueves, 25 de marzo de 2010

Caras

A veces solo es necesario un lápiz, una tiza o un boli para pasar un agradable rato dibujando.






domingo, 21 de marzo de 2010

Primavera

Ya era hora.
Es verdad que el agua nos es muy necesaria y es el elemento básico para la acuarela, pero aquí, en Andalucía no nos acabamos de acostumbrar a tanta lluvia y a tantos días sin ver el sol.
Oficialmente ya ha empezado la primavera, aunque todos sabemos que las estaciones no se rigen por "oficialidades".
Quiero contribuir al recibimiento de la estación que tradicionalmente asociamos a la renovación y el renacer, aunque solo sean en nuestros minúsculos y multiplicados jardines tan cordobeses que son las macetas de nuestros patios, balcones, rejas...
¡Bienvenida seas!


martes, 16 de marzo de 2010

Manchas de Color IV





Unas pequeñisimas notas de color realizadas a la carrera el pasado año, solo para soltar la mano y sin más pretensiones...

viernes, 12 de marzo de 2010

A un hombre bueno


Nunca te conocí personalmente, Miguel. Tu obra se acercó a mí quizás, por el empeño de una maestra - Doña Antoñita - a finales de los 70.
Aquella vez fue una revelación, porque de la mano de "el mochuelo", aprendí quienes eran "las lepóridas" y lo que sucede a un gato tras recibir la luz del sol tamizada por una lente de aumento.
Más tarde descubrí a Marío, al que incluso me atrevo a decir que conocí tras la presentación que nos hizo Lola Herrera en el Gran Teatro de Córdoba.
Luego vinieron "El tesoro", "El Hereje"... En fin: muchas más horas que las que pasé con Mario.
Y que decir de Azarías....

Buena caza.

“Aunque viví hasta el 2000..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada.

El balance de la intervención quirúrgica fue desfavorable. Perdí todo: perdí hematíes, memoria, dioptrías, capacidad de concentración... En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo. Imposible volver a escribir. Lo noté enseguida. No era capaz de ordenar mi cerebro. La memoria fallaba y me faltaba capacidad para concentrarme. ¿Cómo abordar una novela y mantener vivos en mi imaginación, durante dos o tres años, personajes con su vida propia y sus propias características? ¿Cómo profundizar en las ideas exigidas por un encargo de mediana entidad? Estaba acabado. El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Me faltaban facultades físicas e intelectuales. Y los que no me creyeron y vaticinaron que escribiría más novelas después de El hereje, se equivocaron de medio a medio. Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.

No me quejaba. Otros tuvieron menos tiempo. Al fin y al cabo, setenta y ocho años son bastantes para realizar una obra. Le di gracias a Dios, que me permitió terminar El hereje, y me dediqué a la vida contemplativa. Las cosas que intenté no eran serias. Con mi hijo Miguel hicimos un libro sobre el cambio climático, en el que no intervine más que para hacer preguntas propias de un ciudadano preocupado, pero no aporté una sola idea. En Muerte y resurrección de la novela di a la estampa algo que tenía hecho para dar la sensación de que trabajaba, de que aún disponía de una vida activa.

Los optimistas que sobreviven a un cáncer suelen decir que lo vencieron. Yo no me atrevo a tanto. Los cirujanos impidieron que el cáncer me matara, pero no pudieron evitar que me afectara gravemente. No me mató pero me inutilizó para trabajar el resto de mi vida. ¿Quién fue el vencedor?

Y bien: cuando mi obra, dicho lo dicho, está concluida, y por tal la doy, veo con satisfacción que los prestigiosos editores de Círculo de Lectores y Ediciones Destino se ocupan ahora de recopilarla y reunirla en los siete volúmenes que van a configurar esta serie. Cada volumen, además, irá prologado por un destacado estudioso de mi obra. ¿Qué hacer sino sentirme halagado y agradecido? Si mi primera novela apareció en 1948 —hace ahora sesenta años— y la última en 1998, ha sido media centuria, la segunda del siglo XX, la que me he ocupado escribiendo y publicando libros. Y siempre con el beneplácito de mis lectores. También a ellos, y a cuantos ahora se asomen a las páginas de estas Obras completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad”.

mayo de 2007

Miguel Delibes


viernes, 5 de marzo de 2010

En Porto do Son


Hace unos años, se celebró el Simposio Nacional de Acuarela en Santiago de Compostela. En una de sus jornadas salimos a pintar a Porto do Son, en la entrada a la ría de Noya-Muros. Aquel fue un día maravilloso y prolífico como podéis ver en dos vistas de la costa y otra del pequeño y precioso puertecito pesquero. Inolvidable.

Llego el otoño